sábado, 31 de enero de 2009

Instantanea

“Ahora tengo la frase inicial” pensó el joven al escuchar a media noche la frase “Ese hombre robó” de una canción del grupo pimpinela mientras se preparaba para dormir, no es que fuera esa exactamente la frase pero gracias a ella y a el vertiginoso recuerdo de los últimos dos meses de su vida se le ocurrió una frase con la cual iniciar el desahogo de sus demonios interiores que lo habían mantenido en vela las últimas semanas.

             Había besado a cinco bellezas diferentes en el transcurso de los últimos días, todo en busca del olvido. Quería olvidar a esa mujer que lo había torturado los últimos años viéndola todos los días a escasos metros de distancia y al mismo tiempo intolerablemente inalcanzable.

             “Ese hombre robó” mientras escuchaba esa frase salir del altoparlante recorrió mentalmente los momentos pasados con cada una de las mujeres con las que había estado apelando, acaso suplicando, por olvidar a aquella, a la inalcanzable, recordó el indescriptible segundo del orgasmo con cada una de ellas, momentos que aunque vertiginosos solo lograban hacerle repetir el nombre de aquella, de esa de la cual no conocía mas que su nombre y su implacable belleza, ella, siempre al alcance de la mano y siempre inaccesible a sus labios.

             “Ese hombre robó…” De repente la realidad lo golpeó, esa mujer era ahora la mujer de su mejor amigo, el amigo que vivió al lado de este joven soñador todos sus sufrimientos, todas sus ilusiones, ese amigo era ahora dueño de ella y es por esto que cinco mujeres, cinco bellezas, cinco orgasmos, con cinco diferentes mujeres no fueron suficientes para hacerlo olvidar. No es tan fácil olvidar una traición a menos que se sea un ser superior.

             “Ese hombre robó” fue lo último que escuchó el joven antes de dormir sin haber comenzado su rabioso desahogo sobre algún papel en blanco.